Despertarse con las frescas brisas de la mañana en Formentera, mientras que el sol vuelve a ocupar la posición de la luna… No tiene precio!
Desayunamos, sin prisas, en el hotel hasta que con un bus de pasajeros cosmopolitas que recoge gente en varios puntos de encuentro, nos pasa a recoger y nos deja en el puerto de Ibiza. Parece que nuestra travesía por Formentera recién comienza, pero en realidad ya había comenzado por la mañana, haciendo todo con calma… por Formentera es así, con calma.
Que ganas hay! … y qué día más hermoso!
Se navega por una media hora y aunque la travesía puede parecer rápida, da tiempo para admirar el el brillo de las rocas que rodean el castillo de Dal’t Vila, que representa el casco antiguo y la fortaleza construida para defender a los ibicencos de los invasores (aunque es interesante saber que en realidad sus cañones jamás han sido usados).
Increíble! Unos delfines saltando alrededor del barco!
Mientras que los delfines cambian su rumbo, ya se aprecia la línea costera de Formentera y el denso azul del mar, empieza a impregnarse de un azul claro, muy claro y siempre más, hasta llegar a ser transparente en algunos tramos. Si, ya sé, te preguntarás si siempre se ven delfines… y la verdad, a veces te cruzas con bancos de otros peces que parecen acompañar al barco y a veces, mmm… no!
En tierra, en el puerto de “La Savina”, el guía abre el paso hasta un bus reservado, se sube y empieza un recorrido en donde fotos, videos y atención al paisaje, dan poco lugar para hablar de “que la vecina de arriba lleva tacones a las siete de la mañana :)”.
En todo momento el paseo por aquí es un relax, se visitan las playas más espectaculares de Europa. Y lo digo en serio!
Hay tiempo para comer, pasear y refrescarse con varios baños y secarse al sol en total libertad (si, tú me entiendes, si te quieres quitar toda la ropa, lo haces) sobre el resplandor de la arena caliente. Aquí se admite el nudismo, así que entre la malicia de unos y el estupor de otros, los comentarios divertidos no han faltado.
En bus se alcanzan también los pequeños pueblos del interior, San Francesc de Formentera es la capital y el centro principal de esta isla. No es que haya mucho comercio… cuando me refiero a « centro » estoy hablando del punto en convergen las líneas N-S y E-O… y eso es justamente lo maravilloso de esta isla. Para eso has venido de vacaciones! Para dejar atrás las compras, las responsabilidades y el ruido. Insisto, Formentera y su gente son la definición perfecta para la palabra « calma ».
En el camino hacia los pueblos, con breves recorridos, tienes la posibilidad de apreciar los colores de las aguas que se difuminan hasta el horizonte y que enmarcan una naturaleza todavía muy virgen y bastante bien respetadas por los turistas. Los pinos cubren la mayoría de la tierras formenterenses e ibicencas, y es eso precisamente lo que las ha bautizado como Islas Pitiusas, (Piti significa pino en el idioma autóctono).
Después de tanto disfrutar, queda todavía navegar de vuelta. La embarcación se llena de caras rojas de mucho sol y poca crema, de los ojos de los niños que transmiten alegría, de familias y mayores encantados y llenos de felicidad por haber vivido una experiencia inolvidable, planificando su retorno. Mientras que la isla de Formentera queda a popa del barco, muchos plantean su no lejano retorno, porque después de un año trabajando duro, un día de esplendor no es suficiente.
Un encanto.
Gracias y más gracias Formentera!